En los últimos 30 años, el acceso a Internet ha pasado de ser un lujo que pocos podían permitirse a una necesidad de la que dependen las masas, parte integrante de su bienestar y prosperidad. El hardware tecnológico ha avanzado según la Ley de Moore, lo que ha dado lugar a dispositivos electrónicos más pequeños, potentes y asequibles. Pero todavía hay demasiados que se quedan fuera, no por el coste del teléfono, sino por el de los servicios de Internet.
La variación en la asequibilidad del acceso a Internet es el tema central del último Índice de Pobreza en Internet (IPI) 2023, que proyecta la distribución de personas que no tienen acceso a un paquete básico de Internet móvil y, por tanto, viven en la pobreza de Internet.
El IPI se basa en tres pilares: calidad, cantidad y asequibilidad. Para cada país, se calcula un precio de Internet ajustado a la calidad y la cantidad para una cesta normalizada: 1 GB al mes a 10 Mbps. Los precios se ajustan para reflejar un nivel de calidad coherente que facilite las comparaciones entre países. A continuación, se compara el precio de Internet por país con el poder adquisitivo de las personas de ese país, considerándose pobres en Internet a aquellos que tendrían que destinar más del 10% de su gasto diario total a la cesta de la compra.
Basándose en los últimos datos del IPI, World Data Lab predice que 1.050 millones de personas viven en la pobreza en Internet.
He aquí tres conclusiones clave del IPI 2023.
El número de personas que viven en la pobreza en Internet ha disminuido en la última década, y ese descenso ha continuado en los últimos 12 meses.
Desde 2015, la población pobre en Internet ha disminuido en 685 millones, es decir, alrededor del 40 %. Esta reducción se ha producido a medida que la población mundial ha crecido en 535 millones de personas, lo que significa que el porcentaje de personas que viven en la pobreza en Internet se redujo del 24% en 2015 al 13% en 2023.
Asia ha sido la región más favorecida durante este periodo, con una reducción de más del 50%: de 915 millones en 2015 a 418 millones en 2023 (Figura 1).
África también ha experimentado un descenso significativo, de 665 millones a 524 millones.
En el último año, 42 millones de personas han salido de la pobreza en Internet, una cifra ligeramente inferior a la media de los cinco años anteriores.
Un descenso universal de los precios ha impulsado la reducción de la pobreza en Internet.
El precio de una cesta estándar de acceso ha disminuido en todos los continentes desde 2015, lo que permite a más consumidores permitirse el acceso (Figura 1).
África experimentó la reducción de precios más sustancial: En 2015, África tenía los segundos precios de Internet más caros del mundo (después de Norteamérica); ahora es la más barata.
A pesar de los bajos precios, África sigue albergando la mayor población pobre en Internet -524 millones de personas-, ya que tiene los mayores índices de pobreza convencional.
Aunque los precios han bajado en todo el mundo, hay variaciones entre países y regiones.
Desde 2015, los países han experimentado una reducción media de los precios del 24%. Sin embargo, algunos factores geográficos, demográficos y políticos han dado lugar a resultados divergentes.
En el Caribe, los precios han aumentado un 17 % desde 2015. El difícil entorno geográfico de la región dificulta el desarrollo de infraestructuras rentables, y la ausencia de competencia en los mercados de telecomunicaciones ha socavado los avances.
Angola (90%), Guinea Bissau (75%), Gambia (72%), Sierra Leona (69%) y Costa de Marfil (59%) se han beneficiado del reciente tendido de un cable submarino que los conecta a la red europea de telecomunicaciones.
Un factor que influye significativamente en la fijación de precios son las políticas que rigen el mercado de las telecomunicaciones. Y lo que es más importante, las políticas pueden ser modificadas por las partes interesadas de forma relativamente rápida y barata, lo que las convierte en un área de interés a la hora de analizar los factores que impulsan los precios.
Los datos del IPI indican que promover un entorno de mercado competitivo puede ser una forma eficaz de bajar los precios de Internet y mejorar la calidad de las ofertas, ya que los nuevos proveedores de servicios que entran en el mercado pueden invertir en ampliaciones de infraestructura y tratar de captar clientes ofreciendo precios competitivos. Un ejemplo de ello puede verse en Botsuana, que ha experimentado una reducción de precios del 76% desde 2015. Una amplia gama de iniciativas políticas destinadas a “hacer que los mercados funcionen de manera más eficiente mediante la mejora de la competencia” ha impulsado esto, ejemplificado por la implementación de la Estrategia Nacional de Banda Ancha (2016) y el Fondo de Acceso y Servicio Universal (UASF) (2015).
El gráfico 2 muestra el desglose de los precios más bajos y más altos de Internet por países.
Una tendencia notable es que todos los países con los precios más bajos de Internet son economías de renta baja o media-baja. En cambio, la mayoría de los países con costes elevados son países de renta media-alta o alta. Aunque esta tendencia es relativamente coherente en todo el conjunto de datos mundiales, el PIB per cápita no explica una cantidad significativa de variación en los precios, ya que muchos países pobres en Internet tienen costes elevados, como Líbano (38 $), Honduras (20 $) y Eswatini (19 $), y muchos países ricos tienen precios relativamente bajos; ejemplos de ello son Francia (11 $), España (11 $) y Nueva Zelanda (11 $).
En los últimos años, el mundo ha reducido considerablemente la pobreza en Internet. Mientras que la pobreza de ingresos se ha estancado desde COVID-19, la pobreza de Internet ha disminuido debido a un descenso casi universal de los precios de Internet. Las reducciones adicionales de precios serán cruciales para seguir avanzando, ya que los precios bajos permiten a los pobres conectarse y utilizar Internet de forma proactiva.
Un dato alentador de los últimos datos es que ya se han alcanzado precios mensuales inferiores a 7 dólares por un paquete básico de Internet en ocho países de renta baja, la mayoría de los cuales se enfrentan a muchas otras limitaciones de infraestructura. Si todos los países del mundo tuvieran un precio tan bajo para un paquete mínimo de servicios de Internet, la pobreza en Internet disminuiría otro 44%.
Texto adaptado del post original aparecido en Brookings Future Development. Colaboradores: Wolfgang Fengler, Director General, World Data Lab
Isabell Roitner-Fransecky es científica de datos en World Data Lab.
Las opiniones expresadas por los autores de este blog son suyas y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Internet Society.