Al final, el destino de toda tecnología es la centralización. Pero podemos cambiarlo.
Sentimos nostalgia de las redes y servicios virtuales descentralizados en Internet. La entrañable Internet de los primeros tiempos era descentralizada, con su Usenet y Slashdot, cuando el control sobre los contenidos y la conducta estaba en manos de nodos distribuidos por comunidades. Incluía comunidades no necesariamente definidas por sus límites geográficos y regionales.
Inspirado por estas redes virtuales autónomas, recuerdo haber discutido apasionada (e ingenuamente) una vez cómo podría llevar sistemas de justicia descentralizados a comunidades que no tenían acceso a la justicia a través de estas redes virtuales y hacerlos más eficientes y eficaces. Al entrevistado no le hizo ninguna gracia: “¡Pero si hemos conseguido que la impartición de justicia sea eficaz y eficiente gracias a la centralización!”.
La teoría de que la centralización es la respuesta a la eficacia y la eficiencia (y a veces incluso a la equidad), adornada con todo tipo de relatos históricos (y pruebas, como algunos la llaman), es dominante en nuestras sociedades a nivel mundial. Ninguna tecnología por sí sola puede ser inherentemente descentralizada y cambiar esta narrativa dominante. Por eso, la descentralización de Internet no puede lograrse sólo con un diseño descentralizado o con la adopción de tecnologías extravagantes y exageradas que parezcan descentralizadas porque, al final, otros factores conducirán a su centralización.
Vemos esa centralización en todas partes; incluso los mineros de Bitcoin (esa tecnología descentralizada tan querida) no están tan descentralizados, y algunos mineros han amasado bastante poder.
Asistimos a la centralización y consolidación de los servicios digitales y la conectividad a Internet. Por ejemplo, Cloudflare y Google dominan el mercado de servidores de nombres de dominio abiertos (la tecnología que permite acceder a sitios web y otros servicios digitales).
El diseño tecnológico es uno de los muchos factores de una Internet descentralizada. Llego a afirmar que no existe la tecnología descentralizada. La tecnología puede facilitar la descentralización del poder y la toma de decisiones, pero al final, nuestra gobernanza, nuestras prácticas operativas y nuestros planteamientos normativos conducen a la centralización o a la descentralización.
¿Cómo podemos crear una Internet descentralizada y qué mecanismos de gobernanza necesitamos para hacer realidad la tecnología descentralizada?
Antes de responder a esta pregunta, debemos responder a la pregunta de dónde queremos y necesitamos la descentralización.
Obviamente, no toda centralización de la tecnología es necesariamente mala. En algunos casos, puede aportar más seguridad y conocimientos técnicos (por ejemplo, las plataformas de alojamiento más grandes pueden tener más capital para invertir en mantener la seguridad). Entonces, ¿dónde necesitamos exactamente la descentralización?
Cuando hablamos de descentralización, solemos referirnos a la descentralización de los “responsables de la toma de decisiones”, lo que significa que queremos arrebatar el poder de decisión a unos pocos. Así, ninguna persona puede decidir el destino de millones de personas. De este modo, si una red se ve comprometida, no vulnera la privacidad y seguridad de millones de personas y, a veces, de las más vulnerables.
Creo que algunos elementos simples pero esenciales de la infraestructura de Internet pueden descentralizarse mediante la acción colectiva. No necesitan tecnologías “punteras” que nadie ha adoptado ni adoptará por mucho dinero que les dediquemos. Mediante políticas y acciones colectivas, podemos restaurar la descentralización en algunas partes críticas de Internet. Las características que son fundamentales para nuestro acceso a los servicios digitales.
Uno de esos espacios es el funcionamiento de los resolvers DNS, cada vez más centralizado. Imagínese que proporcionáramos a miles de operadores la capacidad de ejecutar resolutores eficientes y seguros. Imaginemos que hubiera tantos de estos operadores que no estuvieran restringidos a una sola jurisdicción, lo que garantizaría que cualquier demanda de propiedad intelectual no afectara al acceso a los servicios web debido a que los resolvers se vieran obligados a bloquearlos.
Para descentralizar Internet, debemos soñar en pequeño. No existe una tecnología intrínsecamente descentralizada. Aunque no sea posible, ni siquiera aconsejable, descentralizar totalmente todos los aspectos de Internet, podemos restablecer la descentralización en áreas críticas que permiten el acceso indiscriminado a los servicios digitales mediante políticas y acciones colectivas.
Adaptado del post original que apareció por primera vez en el DWeb Digest de la Fundación Filecoin para la Web Descentralizada.
Farzaneh Badiei es una académica en recuperación y fundó Digital Medusa para petrificar a los enemigos de una Internet global e interoperable.
Las opiniones expresadas por los autores de este blog son suyas y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Internet Society.